Finalista Premio Planeta 1952

  • Tierra de promisión
  • Severiano Fernández Nicolás
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Finalista Planeta 1952Autor Finalista Planeta 1952
  • Tierra de promisión

    El campo y la ciudad son antagónicos aunque mutuamente indispensables. Y como energía nutricia de la vida urbana, el campesino exige entre otros fueros que le dejen tranquilo en su aislamiento, ante la Naturaleza tal cual es. Pero la civilización impone sus avances, y hasta para proteger el progreso rural y fertilizar tierras yermas ha de infiltrarse a veces en el sosiego rústico y trastornar seculares costumbres. Entonces surge el contraste.

    En Tierra de promisión, la oposición se establece entre padre e hijo. Blas Santos, el padre, personaje diestramente trazado por el autor, es la genuina representación del apego a la tierra; todo un carácter noble y sincero, pero roqueño, inexorable. Antonio, el hijo, ingeniero, es el ímpetu juvenil, la ilusión del hombre estudioso que se esfuerza por mejorar las condiciones de vida de los contornos que le vieron nacer.

    Entablada la lucha, la propia Naturaleza desatada, se encarga de ahondar las diferencias secundadas por diversas circunstancias íntimas de índole negativa. Y lo que se plantea como mero problema familiar, degenera en conflicto público hasta la consumación de la tragedia.

    Novela puramente española por su concepción y su escenario, Tierra de promisión ofrece, por la hondura y alcance del tema, resonancias universales.

  • Severiano Fernández Nicolás

    Severiano Fernández Nicolás nació en Montejos, León, en 1919. Pertenece a la generación literaria del realismo social que triunfó en los 60 y 70. En 1952, con su novela Tierra de promisión, fue finalista de la primera edición del Premio Planeta. Ese mismo año resultó ganador del Premio Selecciones de Lengua Española con El desahucio, y también en 1952 quedó finalista del Premio Nadal por La ciudad sin horizonte.

    Otras de sus obras destacadas son Las muertes inútiles, Después de la tormenta, Las influencias y Crónica de un juez. En 2003 publicó Juicios de faltas, crónicas judiciales que relatan casos verídicos aunque libremente adaptados. También trabajó como guionista de televisión y cine (El diablo también llora, 1963).